Había una vez un niño que era super amante de los libros y las historias. Iba siempre de allí para allá buscando libros que no hubiera leído y le pedía a todo el mundo, siempre que tenía la oportunidad, que le contasen un cuento o se inventaran una historia que le entretuviese. No le importaba si era más o menos compleja, si era una historia corta o una historia larga; todo lo estaba bien, solo quería que buscasen en su recuerdo o hicieran uso de la improvisación para que se inventaran algún relato.

 Un día, se cruzó con una señora que ante su demanda le dijo:

- Ostras, lo lamento mucho porque me encantan las historias: me encantan los libros de aventuras, las historias románticas, me fascinan y me entretienen muchísimo las historias de intriga... pero estoy super faltada de imaginación, así que no puedo contarte ninguna historia, porque soy incapaz de inventarla. ¿Pero sabes qué me inspira siempre a mí? ¡Esto!

Cuchara de cocina para niños Kuhn Rikon

Y la mujer sacó, del bolsillo delantero de su delantal, una cuchara de cocina. Era una cuchara colorida y alegre, con una terminación en forma de un dulce patito. Era una cuchara de lo más jovial y dulce.

El niño se quedó super sorprendido, no sabía ni podía imaginar cómo una cuchara inspiraba a esa mujer. ¿Una cuchara te inspira?, se preguntaba. Con fuertes dudas la tomó en sus manos y se fue a casa.

Una vez allí, en su habitación, el niño siguió mirándose sus cuentos y libros, pero como ese día no había conseguido ninguno nuevo y se conocía bien todos los que tenía, se sentía algo aburrido. Y esa cuchara... ¡Ay, esa cuchara! Parecía como que le llamara, y el pequeño no podía evitar que sus ojos se fueran a ella una y otra vez.

Al final se decidió: agarró la cuchara que le había regalado esa mujer y se fue directo al comedor, donde había una estantería llena de eso que tanto le gustaba, libros. En el tercer estante había los libros de cocina y, tras buscar un poquito entre la oferta de esa lectura, encontró uno que decía ser de recetas fáciles para aprender a cocinar, un libro para niños. ¡Claramente estaban destinados!

Con el libro y la cuchara en mano, se sentó en la mesa y empezó a mirar las recetas que contenían. Le llamó la atención una para hacer pan. "¿Pan? ¿Podré yo hacer pan? ¿Con solo 4 ingredientes?" ¡Me interesa!", pensó.

Así que decidido se fue a la cocina, puse un taburete cerca de la encimera para llegar mejor, y se dispuso a seguir la receta tal cual la contaba el libro... Un poco de agua y levadura por aquí... mezclamos con la cuchara y lo dejamos.... vamos a poner agua y harina en este bol.... cuchara que cuchararás, ven a hacer magia que tenemos que mezclar... mezclar y mezclar... añadimos el agua preparada anteriormente... mezcla que mezcla y a jugar con esa bola que hemos hecho... vamos a añadir sal para darle chispa... sigue que seguirás mezclando...

 

El niño empezó a amasar esa bola que parecía arcilla. Más que cocina, le parecía un juego...  ¡Qué divertido era! Así que no paró de amasar, estirar, aplastar y bolear esa bola de harina pegajosa que, sorprendentemente, cada momento lo estaba menos, de pegajosa.

- ¡Cariño, tenemos que irnos!, escuchó que le decía su madre desde la entrada de casa.

Así que el pequeño cocinero dejó la bola de masa en un bol y la tapó con un trapo húmedo, como indicaba el libro, y allí la dejó reposando.

Volvió a casa pasadas unas horas, y sus ojos (ni los de su madre) no daban crédito.

- Pero, pero, pero… ¡¿qué ha pasado?! ¿Qué has hecho, hijo mío?

El pequeño no sabía si llorar del miedo de pensar que había estropeado la cocina, o sonreír de la alegría de ver que había una masa enorme, burbujeante y super divertida saliendo por la puerta de la cocina... ¡Creada por él!

- Yo... yo... solo cogí el libro de cocina y esa cuchara que me dio esa mujer... lo siento mamá... No sabía que ocurriría esto.

- ¿Qué cuchara? ¿Qué mujer? ¿Cómo coges cosas de desconocidos? ¿Y qué caramba pensabas hacer? ¿¡Pero qué has hecho!? -le respondió la madre, que estaba como loca pensando qué era y cómo solucionar esa bola monstruosamente grande y burbujeante que tenía ante sus ojos y que empezaba ya a ganar terreno para invadir el comedor.

- Pues, pan... yo solo quería hacer pan... Y la verdad es que era super divertido, mami! Escucha, solo tienes que...

- ¿Me vas a contar cómo hacer pan ahora?, ¡Pero mira qué tenemos ante nuestros ojos!

- Quitar el aire, mami; me acuerdo bien de lo que decía el libro, debemos quitarle el aire -dijo el pequeño decidido.

Dicho esto, el pequeño cogió carrerilla y se lanzó contra esa masa enorme que no paraba de crecer. Justo cuando estaba a punto de llegar a ella hizo un salto, girándose de espaldas en el vuelo, y cayó encima de la masa, plenamente de culo en ella. La masa sacó un montón de aire por todos lados (sí, seguro que te lo estás imaginando, como el monstruo Bu cuando se enfadaba). El niño volvió a tirarse contra ella una vez más, y la masa se desgasificó de nuevo. Así, el pequeño cocinero fue reduciendo poco a poco esa bola gigantesca, hasta reducirla considerablemente.

Cuando había ya terminado de quitarle el aire y la bola tenía ya un tamaño manejable, volvió a voltearla y darle una bonita forma redonda, y empezó entonces a quitarle trozos pequeños para hacer bolas de tamaño del puño, bolas con las que podía jugar de nuevo, ahora a modo de plastilina. Las moldeaba y las dejaba redonditas y bonitas. ¡Estaban super lisas y perfectas!

Cuento de niño cocina

 

- Mamá, quiero encender el horno, ¡porque esto está en su punto!

La madre estaba alucinada de cómo ese pequeño había solucionado el problema -que de hecho no era un problema, sino que era una super masa de pan levada-, y se disponía a preparar unos bollos de pan para la merienda, con esa tranquilidad y alegría que tanto caracteriza a los niños.

La madre, ya tranquila y feliz, le ayudó a poner los preciosos bollos en la bandeja del horno, y por tandas los fueron horneando todos. Allí, los dos juntos, madre e hijo, codo con codo y horno en marcha.

Los probaron, ¡Quedaron deliciosos! Pan del bueno y auténtico en forma de unos bollos perfectos para merendar.

- ¿Con qué los quieres, bonito?, le dijo la madre.

- Mamá, me lo he ganado... Hoy, sin duda, ¡Con chocolate!

Mientras la madre le preparaba la mesa con toda la merienda, llegaron a casa el padre con sus dos hermanos.

- ¡Qué bien huele! 

- ¿Pan recién hecho? ¡Yo también quiero, mami!

Así, se juntaron todas a la mesa, contentos de esa merienda improvisada, casera, sin duda tan simple como tradicional y tan riquísima que habían hecho.

 Set infantil Kuhn Rikon

 

Mientras el pequeño protagonista de la historia le daba un bocado a ese delicioso pan que había preparado, le dio la sensación de que el sonriente patito dibujado en el extremo de la cuchara que le había regalado la mujer le guiñaba un ojo. El niño miró alrededor, estupefacto y pensativo, y viendo esa escena familiar y ese pan que había hecho, comprendió por qué esa mujer se veía siempre inspirada por esa cuchara: la cuchara de cocina no solo era cuchara, sino que era una auténtica barita mágica, capaz de hacer las más deliciosas recetas, sacar sonrisas a toda la familia y regalar historias que contar, su más preciado tesoro.

 

 

Con cariño, Clàudia

19/07/2023

Este cuento surgió de mi imaginación un día en que, un niño que sabía yo que era muy amante de los cuentos, iba a quedarse sin regalo. Así que le regalé la cuchara de cocina para niños junto con esta historia.

 

Hace poco la volví a leer, y pensé que podría ser bonita dejarla aquí, en el blog de Claudia&Julia, deseando que pueda ser un cuento que leer a los peques, una historia con que animar a los peques a hacer sus pruebas en la cocina si ven lo divertido que puede ser cocinar y sí, también, a recordar los bonitos momentos que he podido pasar con mis peques preparando repostería y otras recetas en casa. Si lo lees, espero que algo de esto ocurra o, por encima de todo, deseo que os guste. ¡Gracias por acompañarme en esta pequeña aventura! 

Claudia Ferrer

Comentarios

Claudia dijo:

Muchas gracias, Carmen! Qué mensaje más bonito me has dedicado, gracias! ❤️

Claudia dijo:

Muchas gracias, Carmen! Qué mensaje más bonito me has dedicado, gracias! ❤️

Carmen Fernandez dijo:

He leído el cuento y me parece muy bonito y enternecedor, tienes mucha sensibilidad y ternura Claudia, saludos.

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