Mi hijo es un fan incondicional de la pasta con queso, como casi todos los jóvenes del mundo mundial. Mi objetivo siempre es que coma verduras y más verduras, esas que parece que él se niega cada vez más a comer.
Por eso invento versiones diferentes de sus platos favoritos con hortalizas.
Esta es una de ellas. El primer día que los tomó, pensó que había usado un queso diferente y que de ahí venía el color anaranjado de la salsa.
Solo hizo falta que los probara para que cayera rendido a sus pies: el sabor dulce y la textura cremosa de la calabaza jugaron su papel y para cuando supo que la pasta llevaba bastante de esa hortaliza, ya no podía parar de comer. ¡Prueba conseguida!
Cuchillo japonés de acero damasco Miyabi, rallador Zester Premium de Microplane, platos redondos de porcelana Revol y cocotte de porcelana Revol.
Cuchillo japonés de acero damasco Miyabi, platos redondos de porcelana Revol y cocotte de porcelana Revol.
Recuerdo lo poco que me atraían los calamares en su tinta cuando era una jovenzuela y lo sorprendida que me quedé cuando me decidí a catarlos por primera vez. Me gustó tantísimo que juré y perjuré recuperar el tiempo perdido y cocinarlos y comerlos tan a menudo como me fuera posible. Afortunadamente este clásico de la cocina española es facilísimo de preparar y solo se necesitan un puñado de ingredientes básicos, así que es una receta al alcance de todos.